Maria Jesús también nos hablaba de una anécdota en una biblioteca. Un chico que decidió ir una vez a estudiar a una gran biblioteca pública, se sentó en una mesa y en su campo de visión había una chiquilla muy guapa. Empezaron a mirarse disimuladamente.
Viernes 22 de Enero de 2010 - 9:13 a.m.
El chico comenzó a escribir cosas en un papel. Ella se pensaba que estaría estudiando. Las miradas se sucedieron pero no pasaba nada. Ya una vez, el chico se levantó de su asiento. A ella le latía el corazón a mil. A él también. Él se dirigió a la salida y tiró el papel arrugado en el que estuvo escribiendo a la papelera, y desapareció por la puerta. Ella se levantó y se encaminó a la papelera de donde recogió el papel. los extendió. Había muchas palabras tachadas y garabatos, pero entre todo ese desorden de latidos de corazón se leía: “Hola, ¿cómo te llamas? Me gustas mucho.” Fuera, a ambas direcciones de la calle no se encontraba a nadie. Nunca más se volvieron a ver.
Con historias como esta, Maria Jesús siempre nos animaba a que nos echásemos adelante, y si nos gustaba alguien, conocerlo sin miedo porque hay trenes que solo pasan una vez en esta vida. De todas formas, a veces pienso que solo lo hacía para ganar nuestra confianza y que le contásemos nuestros líos amorosos con los que disfrutaba mucho más que nosotros.
Domingo 24 de Enero de 2010 - 10:56 p.m.
El caso, volviendo al tema es que llevaba en el corazón un dulce latido de soledad y esperanza con un ligero toque de ganas de cambio.
El miércoles, al ser víspera de fiesta, digamos que tengo un poco más libertad para salir sin dar demasiadas explicaciones. Ese día por la tarde terminé de descargarme la segunda parte de Antes del amanecer, Antes del atardecer. Lo siento por estropearte las películas, pero tengo que contar un poco más de que van.
Ya
Hace 11 años