La primera parte, como ya te he dicho antes, trata sobre dos jóvenes que se conocen en un tren. Él es americano, y ella parisina. Pasan una noche inolvidable en Viena y se separan con la ilusión de volver a verse. La segunda parte, también ambientada en una ciudad europea con encanto, se encuentran de nuevo casi diez años después en París. Espero que no sea un mal presagio, solo eso.
Sábado 30 de Enero de 2010 - 5:39 p.m.
Recuerdo estar viendo esa película en el ordenador de mi habitación y la luz del sol anaranjado reflejada en una ventana del edificio de enfrente entrando por mi ventana iluminando la pared derecha dando así vida al cuarto nublado de soledad. Esa película con esas mismas luces tocaban mi corazón llenándolo de calor.
Una llamada. Pause. “¿Sales hoy? Hemos triunfado los dos.” “Pues entonces hoy me toca a mí, ¿no?” “A las 11:30 p.m. en Tribunal.” “¡Allí estaré!” Play.
Allí estaba yo, preparado para una noche más por los bares de Madrid. Allí estaba. Una vez más, esperando a Vicente a que llegase. Esperando lo no esperado.
Maria Jesús también nos hablaba de una anécdota en una biblioteca. Un chico que decidió ir una vez a estudiar a una gran biblioteca pública, se sentó en una mesa y en su campo de visión había una chiquilla muy guapa. Empezaron a mirarse disimuladamente.
Viernes 22 de Enero de 2010 - 9:13 a.m.
El chico comenzó a escribir cosas en un papel. Ella se pensaba que estaría estudiando. Las miradas se sucedieron pero no pasaba nada. Ya una vez, el chico se levantó de su asiento. A ella le latía el corazón a mil. A él también. Él se dirigió a la salida y tiró el papel arrugado en el que estuvo escribiendo a la papelera, y desapareció por la puerta. Ella se levantó y se encaminó a la papelera de donde recogió el papel. los extendió. Había muchas palabras tachadas y garabatos, pero entre todo ese desorden de latidos de corazón se leía: “Hola, ¿cómo te llamas? Me gustas mucho.” Fuera, a ambas direcciones de la calle no se encontraba a nadie. Nunca más se volvieron a ver. Con historias como esta, Maria Jesús siempre nos animaba a que nos echásemos adelante, y si nos gustaba alguien, conocerlo sin miedo porque hay trenes que solo pasan una vez en esta vida. De todas formas, a veces pienso que solo lo hacía para ganar nuestra confianza y que le contásemos nuestros líos amorosos con los que disfrutaba mucho más que nosotros.
Domingo 24 de Enero de 2010 - 10:56 p.m.
El caso, volviendo al tema es que llevaba en el corazón un dulce latido de soledad y esperanza con un ligero toque de ganas de cambio.
El miércoles, al ser víspera de fiesta, digamos que tengo un poco más libertad para salir sin dar demasiadas explicaciones. Ese día por la tarde terminé de descargarme la segunda parte de Antes del amanecer, Antes del atardecer. Lo siento por estropearte las películas, pero tengo que contar un poco más de que van.
Hace tiempo que llevo dándole vueltas escribir sobre cómo te conocí. No es por emular a Como conocí a vuestra madre, pero si dejar escrito esto aquí por si algún día pierdo la memoria y no olvidar lo que viví junto a tí, y ojalá espero poder seguir viviendo.
Antes de empezar en serio, no quiero que el hecho de escribir este texto sea la condena a que se termine todo, gafado por mis deseos y mis ilusiones. No me canso, ni nunca me cansaré de decir que solo se vive una vez y me gustaría que esta vida fuese lo mejor posible. La vida es dura, pero tiene cosas que hacen que merezca la pena vivirla, y esto es una de ellas. Por eso, no quiero que termine, porque ya se van agotando los objetivos.
Puede que sea una persona melancólica y que vive de recuerdos, pero la vida al fin y al cabo se asienta en los recuerdos.
Hoy, lunes 18 de Enero de 2010, a falta de unos meses hará casi un año que nos conocimos. Era Semana Santa en España, cayendo en 2009 en las primeras semanas de Abril. Llevaba colgando del corazón unos recuerdos, unas lagrimas secas y una esperanza tonta que me hacía soñar. El lunes de la Semana Santa mis amigos salieron de fiesta. Uno de ellos triunfó, tal y como solemos decir. Yo me quedé en casa para contentar a mi madre. El martes de nuevo la misma historia, pero está vez fue el turno del otro, por lo que puedes deducir que eran dos. Si, Oscar y Vicente. De nuevo me quedé en casa para contentar a mi madre una vez más y tener el ambiente calmado.
Durante esos días de esa semana, lunes, martes y miércoles, me descargué unas películas de las cuales oí hablar de la primera parte a una de mis profesoras del colegio, Maria Jesús. Maria Jesús nunca nos dejaba de repetir que aprovechásemos todas las oportunidades de conocer a alguien porque puede ser el amor de nuestra vida. Siempre fue una mujer muy romántica. No olvidaré nunca que en una de sus manos llevaba en un gran anillo dorado con una foto en blanco y negro de su difunto marido. Se me quedó muy grabado el título en la cabeza. Antes del amanecer. Nos hablaba de esa película, de cómo dos, personas sin conocerse de nada comienzan a hablar en un tren de camino a Viena y deciden bajarse y vivir la única noche que marcaría sus vidas. ¿Amor a primera vista? ¿Se trata solo de una película?